Era un lugar pequeño, oscuro y maloliente similar a los bares de motociclistas que las películas americanas suelen mostrar.
En un rincón estaba él, un hombre blanco, rubio, vestido con una cazadora café, una camisa vaquera azul y un jean negro; se veía impaciente, miraba constantemente y sus escasas uñas lentamente desaparecían dándole paso a la carne ya enrojecida y algo ensangrentada de sus dedos; este era el signo más representativo de su ansiedad, algo que precisamente no quería transmitir pero que otra cosa podía hacer desde niño solo morder algo lo ha calmado.
Durante años había intentado mascar chicles para calmarse más lograba lo contario, su desespero aumentaba y terminaba con un fuerte dolor en el estomago.
Miró su reloj y se percató que llevaba allí 3 horas esperando a que algo sucediera, quizás por eso la ansiedad; pero él sabía que algo tenía que pasar ese día, a esa hora y en ese lugar, era lo que había soñado y hasta donde podía recordar sus sueños nunca se equivocaban.
Así fue que supo que su abuela moriría en un coche sobre las piernas de su padre dos días antes de la noche vieja de 2003; también de esta manera supo que quien fue alguna vez su mejor amigo se convertiría en su compañero de vida en 2011. El sueño no se había equivocado algo va a suceder.
Volvió a mirar su reloj, eran las 4 am, la hora límite; ya no va a pasar nada caviló mientras se movía del lugar en el que había estado toda la noche. Dando los primeros pasos para salir de aquel sórdido lugar, lo vio entrar. Era un hombre delgado, alto, de piel blanca similar ala de una perla, cabello negro que le llegaba a los hombros, unas ojeras que enmarcaban dos esferas cafés que solo enseñaban una emoción, la ira; vestía de negro y llevaba en sus manos un arma. Se acercó lentamente a una mujer pelirroja que coqueteaba con varios hombres de aspecto rudo.
El hombre de negro se acercó y sin musitar palabras descargó 10 balas sobre el cuerpo de aquella mujer; todos los presentes empezaron a gritar y en cuestión de segundos el caos y la desesperación eran los protagonistas, todos corrían buscando una salida. El hombre de negro solo ve la sangre en el suelo y ríe para luego voltear y mirarlo a él, quien por segunda vez era testigo de la muerte de la pelirroja. Todo había pasado igual que en su sueño.
El bar es desocupado en cinco minutos y solo quedan dentro de este, él, el hombre de negro y el cuerpo de la pelirroja sobre el suelo. El hombre de negro se acerca entre asombrado y molesto a él.
-¿Qué haces todavía aquí?, no me digas que también quieres terminar como ella- su voz se apaga en a la última sílaba y una pequeña gota sale de su ojo izquierdo.
-No, no lo quiero Gabriel-dije su nombre, pensó él-tu no quieres hacer eso-
-¿Por qué sabes mi nombre? ¿Eres tú con quien me engañaba ella?- dice mientras acerca la pistola a la sien de él.
_Baja eso, aunque no lo creas estoy aquí para ayudarte-él toma algo de aire-en 5 minutos un policía va a entrar y descargará su arma contra tu cuerpo, él era quien salía con Marianne, no yo. Si me sigues podemos huir donde puedes ser testigo de todo y así comprobarás que digo la verdad-él extiende su mano para saludarlo- Yo soy Emmanuel-
Gabriel lo mira extrañado, ¿Por qué este hombre sabe su nombre y el de aquella mujer a quien amaba tanto? Para él no había duda de que era el amante de su esposa, y retirando el seguro disparó en la sien de Emmanuel sin pensarlo.
Minutos después entra un oficial quien mira el cuerpo de Marianne para transformar su rostro en el de un ser lleno de rabia y enojo, se enrojece y aprieta los dientes a la par del gatillo de su pistola que descarga sobre la humanidad de l hombre que conocía era capaz de hacer algo así.
Terminados los disparos, sus compañeros entraron, todo se ha solucionado, él actuó en defensa propia, nadie lo podía dudar, ¿qué se podría esperar de alguien que asesinó a sangre fría dos personas? Pues que lo hiciera otra vez. Había hecho bien, le dijeron, pero él no lo sentía así.
Cuídense mucho….
JaunPaUmut
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