miércoles, 24 de abril de 2019

Yo en mis yoes

Era el año 2010 según lo que dice mi historia médica, esa en que se han guardado los "fracasos" del siempre exitoso hijo perfecto y autosuficiente destinado a ser alguien importante, en la manera tradicional que podría serlo.

"Trastorno afectivo bipolar con tendencias depresivas acompañado de síntomas que indican posible abuso o violencia sexual, así como conductas que podrían llevar a concluir en sesiones futuras Síndrome de Asperger o paciente dentro del espectro autista"

Esas líneas las leí dos años más tarde mientras estaba en un cuarto blanco siendo atendido por un enfermero durante mi segunda internación en menos de 24 meses. Él dejó a la vista la primera hoja de mi historia  psiquiátrica. Guardé silencio, miré a la nada y con esas palabras empecé a reconstruirme a mi mismo luego de tomar las pastillas que él había puesto sobre mi mano y que yo sabia me harían dormir.

***

Reviso mis anotaciones discontinuas de las cosas que hacía desde que ella, mi abuela, murió a mis 13 años y con el DSM IV, el manual de enfermedades mentales, me empiezo a leer como una receta de síntomas, acciones, momentos, toda mi existencia subjetiva era redescubierta en frases como "presencia de un único episodio maníaco, sin episodios depresivos mayores anteriores... Alteración cualitativa de la interacción social,...,Patrones de comportamiento, intereses y actividades restrictivos, repetitivos y estereotipados... El trastorno causa un deterioro clínicamente significativo de la actividad social, laboral y otras áreas importantes de la actividad del individuo..."

Me reescribía en manual de psiquiatría y entendía esta narrativa que ahora era propia. La vida se convirtió en encontrarme en historias de otros y otras como yo, me vi en Virginia Woolf, en Vincent Van Gogh, en Catherine Z Jones y en otras biografías más que abordé para atesorar esperanza.

Y fue el arte, que a través de una palabra que mi psicóloga mencionó haciendo eco de lo que mi propia voz gritaba cada vez que abrazaba la desesperanza: crea, sublima.

Dibujar, fotografiar, escribir, uno se convirtió en universo, eclosionaron todas las versiones de mi que he podido ser, y es así que mi obra, reconstrucción, deconstrucción soy yo en mis yoes.

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