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Hay historias de verano que se impregnan en tu piel y se tatúan en el envés de tus pupilas para nunca irse, para recordarte incluso cuando reina el silencio y la oscuridad que siempre será parte de ti y que el resto de tu vida transitarás por el mundo tratando de revivir ese sentimiento y llevarlo más allá de esos tres meses en el que sol acompaña por más tiempo nuestras jornadas, pero nunca será igual y se convertirá en deseo, en una ilusión irrealizable, en un afán de la vida misma, en un auto sabotaje a nuestra oportunidad de amar, amarnos.
Vos fuiste ese verano, y te odio por eso, antes de vos la obsesiva pasividad de mi mente transitaba con los pasos que cada día devenían y yo simplemente estaba allí saltando y sorteando cada uno de estos.
Te odio por hacerme despertar, por no querer saltar los días, por romper los cuadrados de la rutina y hacerlos irregulares, sin forma. Te odio por acabar mi estabilidad y crearme una nueva obsesión.
Pero también te amo, pero sos todo aquello que siempre desearé y no tendré, es decir eres amor, eres melodrama como yo, eres pasión como yo, eres arte como yo, somos espejos de un mismo ser que nació en distintas tierras pero que el destino juntó en una pedazo del mundo bordeado por un río y al mismo tiempo, al poco tiempo, nos separó, y es que vos no crees que yo sea para ti y yo convencido de lo contrario dejé de insistir por el miedo de lo que provocás cuando nuestros suspiros van al unisono y nuestros cuerpos coreografían una danza de placer que transita desde lo frío hasta lo más caliente de nuestras secreciones.
Te amo, me obsesiono 

te odio, me obsesiono
No sé que hacer con vos y tu recuerdo y ese verano que ahora ya se ve como un fantasma, diluido, pero sigue allí acechándome por mas que trato de hacerlo desaparecer.
Te odio, te amo, me obsesiono, 

vos, todo,
vos, nada
vos sos el verano
vos fuiste el verano
vos fuiste la pasión
vos sos el amor
vos fuiste un recuerdo
vos sos humo que se lleva el viento y se pierde en el laberinto del tiempo.